Una vez más Retaguardia Jazz Band tiene la tristeza de ver partir a uno de los suyos.
El 23 de Diciembre recién pasado, nuestro trompetista durante 37 años, Enrique Planas Udaeta, ha partido a reunirse con los otros integrantes de la banda que lo han precedido. Estarán felices de recibirlo.
Retaguardia Jazz Band da su cariño a su esposa Carmen, y a sus hijos Carmen Gloria y Enrique Sebastián, y a toda la Comunidad Jazzística, por esta lamentable pérdida.
RECUERDOS EN TORNO A ENRIQUE
Aprovechando la nueva página web de la Retaguardia Jazz Band, varios integrantes de la banda me han solicitado, en mi calidad de miembro fundador, que haga un recuerdo de Enrique Planas Udaeta, fallecido el 23 de diciembre de 2020.
Me siento muy honrado del encargo, al igual cuando lo he hecho al despedir a otros amigos integrantes de RJB. Sin embargo, siempre me he sentido perturbado si mis palabras no son acertadas al recordarlos en sus distintas facetas.
Con Enrique me ha pasado lo mismo, ya que de él puede decirse mucho: Sencillo, con humor contagioso, excelente músico, magnífico amigo, cariñoso, con su siempre permanente entusiasmo por compartir lo que le era de interés y mucho más
Pero si hay un recuerdo común en que sus amigos coinciden, y que a mí, ahora, se me hace más patente: su gran compromiso con lo que eran sus pasiones, el Jazz, la navegación y el esquí, y su especial extravertida personalidad, llena de humor.
Si debo hablar del músico de jazz, lo que puedo hacer con mayor propiedad, debo señalar el recuerdo que de él mantengo desde nuestros tiempos de colegio, ya que de aquellos años lo conozco. Me llamó mucho la atención un día, durante el recreo, cuando escuché en el aire un sonido juguetón de un instrumento de viento. Busqué con curiosidad quién era el que lo hacía y veo a Enrique corriendo por el patio con un clarín, haciéndolo sonar a todo volumen. Éramos adolescentes. No sé por qué recuerdo este episodio, pero fue el primero de muchos que tengo de él y que me han acompañado toda una vida como compañeros de banda desde el año 1972 y como amigo de siempre. Ya, entonces, estaba en sus inicios el músico de toda una vida.
Los músicos de RJB le recuerdan en su liderazgo en las Jam Sessions locales e internacionales. Daba la melodía de apertura y todos le seguían. Otros también le recuerdan por sus distracciones, ya que siempre estaba pensando en varias cosas simultáneamente, como aquella actuación en vivo en la televisión, cuando partió con otro tema distinto al de los demás, o por su ansiedad de contar algo, llegaba a los ensayos sin siquiera saludar, para narrar lo que había hecho o desafiar a los otros en su destreza matemática.
Pero hay una faceta que es la que se me hace más patente cuando lo recuerdo, y que es compartida por todos sus amigos: Tenía un sentido del humor muy histriónico. Era único y siempre arrancaba carcajadas en esas inolvidables reuniones en Rapel. Como no recordar su chiste del Cid Campeador, cuando hacía la actuación de cabalgar frenéticamente sobre Babieca, el legendario caballo del Cid, blandiendo su espada. Y el memorable chiste donde simulaba rendir un examen de química hablando del Amoniaco, diciendo que tenía buen olor, y su jocosa actuación al olerlo cuando el examinador se lo solicitó.
Toda esta personalidad especial y exuberante hizo que Enrique nunca fuera inadvertido.
La navegación y el esquí les fueron de gran atracción y les destinó mucho tiempo de su vida. De seguro que los compañeros de estas pasiones también extrañarán su ausencia.
Entusiasta y diestro velerista deja una estela en su lago Rapel. Y en recuerdo de los tantos años dedicados a este deporte, ya se creó en su recuerdo una copa anual que llevará el nombre: “La copa Kiket”.
Sus talentos velerísticos también los desarrollaba en Santiago, participando activamente en regatas de yates en miniatura a control remoto.
Fue un excelente esquiador. El primero en estar en las pistas y el último en abandonarlas. Y manifestando su estirpe catalana decía: “hay que estrujar hasta el final el ticket diario del andarivel”.
Los recuerdos son un bálsamo, ya que traen de nuevo a nuestra existencia al que partió. Las personas mueren si no se las recuerda. Y eso no ocurrirá con Enrique
Quiero decir, en nombre de todos quienes lo conocimos, Gracias Enrique por tu amistad, por tu alegría, por tu compañía de tan buenos años, por dejarnos un recuerdo tan limpio. Muchas, muchas gracias y hasta siempre
Antonio Campusano